La flor de Barcelona

Cuando camine o vaya en bicicleta por las calles de Barcelona, habrá observado estas pequeñas flores en los adoquines de la ciudad. Este motivo se ha convertido en uno de los símbolos de Barcelona, pero ¿sabes de dónde viene realmente ?

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Símbolo del modernismo

Desde mediados del siglo XIX, Barcelona experimentó una fuerte expansión económica y urbanística. La revolución industrial que afectó a Europa en aquella época permitió a la capital catalana entrar en la era moderna. Se empezó a construir un nuevo barrio, el Eixample, que significa «la extensión» en catalán. Aparecieron muchos edificios modernos. Las calles, sin embargo, aún no estaban adaptadas: parecían más bien caminos de tierra, a veces cubiertos de grava.

El problema surgía cuando llovía, ya que las calles se convertían en arroyos de barro que bajaban por la montaña hasta el mar. Para resolver estos problemas urbanos, el ayuntamiento decidió pavimentar las calles. Por razones económicas y de resistencia, se utilizaron placas de hormigón de 20 x 20 cm. Este tipo de pavimento se llama panot en catalán. También se han encontrado otras losas muy antiguas en los barrios de Montjuïc y Gòtic.

Se estandarizaron cinco tipos de dibujos: flor, calavera (cuatro círculos con un cuadrado en el centro), cuatro círculos concentrados, cuatro cuadrados y cuatro cuadrados con cuatro círculos en su interior. En 1916, la empresa Escofet y Cia ganó un concurso del ayuntamiento para pavimentar la ciudad. En muchas calles se encuentran las cinco formas de panots.

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Sin embargo, dos patrones de pavimentación se han convertido en la mayoría. Se trata de la tableta cuadrada y, sobre todo, de la «flor» de Barcelona. ¿Por qué estos dos símbolos? Porque la tableta es fácil de fabricar y práctica si hay que sustituir una o varias baldosas, ya que se puede subdividir. La flor, en cambio, permite almacenar agua en sus surcos en caso de lluvia y caminar sin riesgo.

¿Una influencia de Josep Puig i Cadafalch?

Cuenta la leyenda que el motivo de las flores se inspiró en uno de los arquitectos más importantes de la ciudad, Josep Puig i Cadafalch.

De hecho, una losa con forma de flor de cuatro pétalos se utilizó por primera vez para pavimentar la entrada de la Casa Amatller, una casa modernista en el Paseo de Gracia, construida entre 1898 y 1900. Sin embargo, este diseño de flor no es exactamente como la famosa flor de Barcelona. Por lo tanto, el vínculo entre el arquitecto y los adoquines de Barcelona no está probado.